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Evolución del Vestido en Africa

Hoy, estamos acostumbrados a los cambios constantes de la moda en el vestido, a la alternancia de estilos opuestos marcados por la industria de la moda. La moda, hace que el vestido, unas veces adorne el cuerpo ocultándolo y otras veces, se exhiba el cuerpo con un mínimo de tejido que lo resalte. Pero lo que es más nuevo, en muchos paises del norte, es la libertad de cada persona para elegir el estilo de vestir que desee elegir. Pero esto es un fenómeno reciente. Cuando Europa trataba de controlar gran parte del mundo, los europeos seguían unos cánones mucho más rígidos, y la norma fundamental era que el cuerpo se debía ocultar, por lo que las ropas sólo dejaban mostrar la cara y las manos, y a veces, ni eso. Era considerado como inmoral el enseñar los brazos, las piernas o cualquier otra parte del cuerpo, y esto, aún en las playas.

Con esta mentalidad es como llegaron los europeos a Africa, y se encontraron, al sur del Sahara, con que las sociedades que allí vivían tenían unos habitos en el vestir, diametralmente opuestos a los suyos. Frente a la obsesión europea por ocultar el cuerpo, encontraron unos pueblos que no solo mostraban con orgullo el cuerpo, sino que utilizaban todo tipo de adornos para resaltarlo. Pero no se sorprendieron al descubrir que en el mundo había otras culturas de las que se podía conocer y aprender nuevas cosas, sino que se escandalizaron de que no todo el mundo se atuviera a su moral uniformada, y trataron de imponer sus normas y costumbres.

Después de continuas campañas para cambiar los habitos en el vestido, los europeos fueron introduciendo sus propias modas o creando otras nuevas (camisas de manga corta, pantalón corto, saharianas, etc.), llegando a convertirse, las formas de vestir de las ciudades europeas, en moda de las élites más europeizadas del occidente africano, mientras en el Africa septentrional, se iban imponiendo o manteniendo el estilo de los paises islamizados del norte. Pero también siguen manteniéndose algunas modas autótonas, como serán el bubú de los paises del oeste, o el estilo yoruba, los burnus de Marruecos, la chilaba sudanesa o los kanzu y kofia de los territorios swahili.

A grandes rasgos, durante los años 30, pueden considerarse tres grandes zonas  desde el punto de vista de la indumentaria. En el Africa meridional y oriental, el estilo europeo, como ropas de prestigio, comienza a reemplazar a las imitaciones de los uniformes militares que hasta entonces estaba generalizado. La moda, parte de la costa tanzana, se propaga hacia el interior hasta Malawi y Zambia, y desde Nairobi a Kenya, Uganda, Rwanda y Burundi. En ese tiempo, los estilos son muy diferentes en el Africa austral, especialmente en Angola y Mozambique. El pantalón corto y la camisa de manga corta o sahariana se convierten en ropas de trabajo normales en las ciudades, mientras que en las zonas rurales se siguen manteniendo los paños o la combinación de éstos y vestido europeo. Poco a poco, el paño de las mujeres va siendo sustituido por las ropas utilizadas en las misiones. El vestido europeo es tan aceptado que, por ejemplo en Namibia, un estilo de la Europa central del siglo XIX se convierte con el tiempo, en el una especie de ropa étnica entre los Nama y los Herero. La moda africana masculina no ha conservado los gustos militares como expresión de pertenencia étnica salvo entre los Zulu y los Nguni. Otra innovación es la amplia túnica blanca o roja de los pastores de las iglesias independientes africanas, seguramente, tomando como ejemplo las ilustraciones de la Biblia. En regiones del Este de Africa, en particular en Kenia y Sudan meridional, el arte corporal tradicional y la ausencia o escasez del vestido masculino sobreviven hasta nuestros días. De hecho, en la medida en que era posible conseguir nuevos medios de ornamentación, se ha visto elaborarse en Kenia variantes más espectaculares del arte corporal.

En esos años, en las costas del Africa occidental y ecuatorial, los modelos europeos de vestidos femeninos no han sido aceptados, manteniendo su prestigio el paño, sea de fabricación local o importada. Los motivos decorativos de los paños deben atenerse a los gustos locales y la industria textil europea se atiene a esas preferencias de su clientela africana. Los modelos son lanzados en las grandes ciudades por las cortesanas (a menudo vestidas por los importadores) y por las mujeres de la élite africana. El vestido de fiesta masculino en la costa occidental de Africa se ha mantenido insensible a la influencia de las ropas europeas, pero las ropas de las ciudades europeas es adoptada por los cuadros, los universitarios y los empleados administrativos. Al mismo tiempo, en el Africa ecuatorial, llega a ser el vestido de la alta sociedad, pero mucho menos en la Rep.Dem. del Congo que en las colonias francesas. Sin embargo, el bubú ha mantenido su lugar en el Sahel e incluso se ha extendido hacia el sur. En verdad, las modas europeas han penetrado aquí mucho menos que en el Africa oriental y meridional.

En el norte del continente, en general, se han mantenidos sus estilos propios y los adornos corporales (pintura hena). Las mujeres han adoptado las ropas europeas en las grandes ciudades, pero llevadas bajo el haik, o como en Marruecos donde la ropa europea ha sido llevada bajo un burnus o incluso bajo una chilaba y con babuchas. Los hombres, en cambio, han adoptado los vestidos de trabajo europeos y, en Egipto la ropa europea es desde hace mucho tiempo el vestido corriente de las clases medias y elevadas. En ese tiempo, años 30, en Egipto, se pone en entredicho el tradicional tarbush. Poco después de 1935, este tipo de gorro o es denunciado por los que se consideran más progresistas que ven en él un signo de servilismo. A la par de esta postura, el dramaturgo Tawfik al-Hakim encabeza un movimiento contrario que defiende el tarbush firmemente. Hoy día, sin embargo, ha desaparecido, llevándolo únicamente, algunos hombres de negocios de estilo conservador.

Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1945, el nacionalismo ha utilizado el vestido como una manifestación más de sus ideas. Curiosamente, los diferentes nacionalismos africanos han criticado más aún que los europeos la desnudez y la ornamentación de la piel. Han criticado las costumbres nacionales, a menudo de manera muy consciente como en Sierra Leona, pero al mismo tiempo, han creado modas o formas que han convertido en especies de vestidos nacionales. Nkrumah fijó el estilo del vestido nacional en 1957 y las élites del oeste de Africa le siguieron. Las ropas de fiesta yoruba, los bubús de Kano o de Bamako han llegado a ser expresiones de nacionalismo. De ahí que algunas formas tradicionales de los estilos del vestido, los peinados y algunos adornos corporales hayan conocido una nueva juventud, sobre todo cuando las nuevas élites han llegado a ser bastante ricas para servirse del vestido como de un indicador de su status social. Los estilos de peinado y los productos de belleza europeos adoptados por las mujeres eran abominables a los ojos de los nacionalistas. En la Rep.Dem. del Congo, Mobutu impuso el abacos por un decreto poniendo fuera de la ley el vestido europeo y especialmente la corbata. El abacos era una expresión de autenticidad, símbolo de igualdad, de virilidad, de simplicidad. En su origen estaba inspirado por la ropa maoista. Con el tiempo, sin embargo, a medida que la diferenciación de clases se afirmaba en Kinshasa desde 1970, el abacos volvió a expresar, por la calidad del tejido y del corte, un signo del status social.

La moda del paño ha vuelto al Africa ecuatorial y central, pero con estilos y motivos más elaborados que en otro tiempo. Sin embargo, en Afrique oriental y meridional, las mujeres de clase alta se han opuesto a su reaparición en la ciudad. Las modas a la europea se han desarrollado mucho más en Nairobi que en Dakar. En el conjunto, el nacionalismo se ha expresado menos por el vestido que por otros medios. En el norte de Africa, el hecho más remarcable ha sido la tentativa de volver al velo de las mujeres en las ciudades de Egipto como signo de practicar la religión. En Libia y en Tunez, han asistido al renacimiento de un vestido nacional derivado de los antiguos vestidos de los shaykh rurales.

Por otra parte, nace una producción de ropa "típica" dirigida al mercado exterior. Las camisas floreadas de hombre, bubúd bordados, bolsos, etc. comienzan a ser utilizados, primero por expatriados y más tarde, se extiende hasta los afro-americanos y sus simpatizantes en los Estados Unidos. Se montan empresas para producir vestidos autóctonos pero con destino la exportación en Costa de Marfil (Senufo), en tanto que en Lesotho comenzaba a producir paños para el mercado turístico, en Botswana tejidos impresos y tapices en Mali.

Nota.- Textos basados en la "Historia General de Africa", Ediciones de la UNESCO


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