Cuentos y Leyendas

EL SOLTERON

Erase una vez, un pueblo llamado Kutu donde vivía un joven llamado Mpia que ya había cumplido los 25 años y que, a diferencia de sus amigos, no quería casarse y prefería vivir sin compromisos.

Un día, tras ser amonestado por el consejo de familia, Mpia decidió hacer un viaje al reino de los cielos, para preguntar al Eterno por las razones de su celibato.

Al primer canto del gallo, el joven se despertó, se vistio y salió del pueblo para iniciar el largo viaje. Tras subir varias montañas se encontró con Ndungu (pimiento picante) que lo gritó:

- Mpia! ¡Mpia! ¡Mpia!

- Aquí estoy!

- ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?

- Yo vengo del pueblo de Kutu, en el Mayi-Ndombe. Voy a ver al Eterno para preguntarle sobre el motivo de mi celibato. 

- Ah! ¡bueno! ¡Entonces creo que me podrás ayudar, Mpia!

- ¿Cómo?

- Cuando veas al Eterno, no le hables de tu caso. Háblale de mi situación. ¿Pregúntale por qué pico tanto cuándo las personas me comen?

- ¡De acuerdo, Ndungu! ¡Yo le preguntaré sobre tu preocupación!

- Entonces, ¡Adiós!

- ¡Adiós!

El joven continuó su camino y después de muchas horas de andar llegó a un hermoso valle donde tres muchachas bonitas machacaban yuca. Al verle, las tres le gritaron:

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Qué hombre tan bello! 

¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?

- Me llamo Mpia y vengo del pueblo de Kutu, en el Mayi-Ndombe. Voy a ver al Eterno para preguntarle sobre el motivo de mi celibato. 

- Ah! ¡bueno! ¡Entonces creo que nos podrás ayudar, Mpia!

- ¿Cómo?

- Cuando veas al Eterno, no le hables de tu caso. Háblale de nuestra situación. ¿Por qué nosotras las mujeres debemos preparar, todos los días, comida para los hombres?

- ¡De acuerdo! ¡Yo le preguntaré sobre vuestra preocupación!

- Entonces, ¡Adiós!

Y continuó caminando hasta que llegó a un monte cubierto de naranjos silvestres. Uno de los naranjos le llamó: 

- ¡Oiga joven! ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?

- Me llamo Mpia y vengo del pueblo de Kutu, en el Mayi-Ndombe. Voy a ver al Eterno para preguntarle sobre el motivo de mi celibato. 

- Ah! ¡bueno! ¡Entonces creo que nos podrás ayudar, Mpia!

- ¿Cómo?

- Cuando veas al Eterno, no le hables de tu caso. Háblale de nuestra situación. ¿Por qué nuestras naranjas siempre son ácidas generalmente?

- ¡De acuerdo! ¡Yo le preguntaré sobre vuestra preocupación!

- Entonces, ¡Adiós!

Sin cansarse, Mpia siguió caminando y caminando hasta que llegó a un lago donde se encontró con Ngando. Al verle, Ngando, que era un viejo cocodrilo, sucio y con los ojos rojos, le llamó: 

- ¡Oiga joven! ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?

- Me llamo Mpia y vengo del pueblo de Kutu, en el Mayi-Ndombe. Voy a ver al Eterno para preguntarle sobre el motivo de mi celibato. 

- Ah! ¡bueno! ¡Entonces creo que me podrás ayudar, Mpia!

- ¿Cómo?

- Cuando veas al Eterno, no le hables de tu caso. Háblale de mi situación. ¿Por qué yo, Ngando, el viejo cocodrilo, tengo tantas duras escamas? ¿Por qué tengo que vivir en el agua? ¿Por qué soy sucio, feo y repugnante?

- ¡De acuerdo! ¡Yo le preguntaré sobre tu preocupación!

- Entonces, ¡Adiós!

Y continuó su camino para encontrar al Eterno. Cuando ya estaba oscureciendo encontró un gran árbol y se sentó bajo él para descansar.

De repente, se le presentó una mujer que le dijo:

- ¡Hola joven! ¿ De dónde vienes? ¿A dónde vas?

- Me llamo Mpia y vengo del pueblo de Kutu, en el Mayi-Ndombe. Voy a ver al Eterno para preguntarle sobre el motivo de mi celibato. 

- ¡Muy bien, mi muchacho! ¡Admiro tu valor, pero me preocupa tu inexperiencia . Toma este talismán, llamado Iteki. Te protegerá contra los vientos y las tormentas. En caso de peligro, sólo tienes que gritar: ¡Iteki! ¡Iteki! ¡Iteki!, y todo irá mejor.

- ¡Muchas gracias!

- ¡Adiós!

- Te voy a contar un secreto que te ayudará a encontrar al Eterno. Él es mi propio hijo. Cuando ya estés cerca te encontrarás con Imbongila, un viento muy violento que sopla siempre en esa región. Es un viento con doce cabezas. Todas estas cabezas beben y comen. Pero tú no tienes por qué tener miedo de Imbongila. Continúa tu camino. Iteki está contigo. 

Cuando amaneció continuó su camino pero a medida que avanzaba comenzó a soplar un fuerte viento que cada vez era más y más violento.  Empezó a caer una enorme tromba de agua y todo se iluminaba y retumbaba con grandes relámpagos y truenos. Entonces, Mpia exclamó:  ¡Iteki! ¡Iteki! ¡Iteki! Y el vieto, la lluvia y la tormenta se calmaron y el Eterno salió de entre las nubes y le dijo:

- ¿Qué hace un extraño en mi territorio? ¿De dónde vienes? ¿A que vienes aquí?

Mpia se presentó y le explicó el motivo de su viaje y le expuso los problemas de Ndundo, de las tres jóvenes que machacaban yuca, del viejo cocodrilo Ngando y de los naranjos.

Y El eterno le contestó:

- En verdad, en verdad, Ngando, el viejo cocodrilo, está castigado. Él comió a muchos niños pequeños y se escondió en el agua. Ahora, permanecerá, durante siglos, con todo su cuerpo lleno de escamas, sucio, feo y repugnante. El naranjo tiene que dar algunas naranjas ácidas. Son por excelencia la fuente de la vitamina C, necesario para la defensa del organismo humano. El pimiento, Ndungu, debe picar para que las comidas de los hombres estén más apetitosas. En cuanto a tí, mi querido Mpia, estás en la mejor edad de la vida: vuelve donde las tres muchachas bonitas que machacaban yuca y tómalas como esposas y les dirás que la mujer, es la mitad del hombre. Ella debe preparar la comida para el marido.

El eterno desapareció. El hombre vivió feliz y en abundancia con sus tres esposas.

" En la vida, cada cosa tiene su momento y su razón de ser."

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